viernes, mayo 25, 2007

La cultura del éxito

¿Alguna vez te ha pasado que recibes un sin fin de halagos por parte de personas que no conoces, por algo maravilloso que lograste? Y cuando llegas con tus seres más cercanos, nadie se enteró, ni le interesó lo que hacías para lograr ese algo?O tal vez hayas vivido una situación en la que llegas a tu círculo de familiares más íntimos, henchido de orgullo por el éxito obtenido en lo que haces, esperando recibir por lo menos un halago o una felicitación y lo único que recibes es una cara de tamaño monumental con un gesto agrio e indiferente.Sucede a menudo y todos hemos pasado por esa triste situación y, al decir que ocurre con frecuencia, podríamos estar aceptando que se trata de algo normal, común y que debemos padecerlo, tal vez como el dolor que causa la “muela del juicio” cuando comienza a salir.Pero no es normal que esto suceda, puede que sea común que en nuestra sociedad mexicana estemos acostumbrados el no recibir motivaciones precisamente de las personas más cercanas.En una empresa muy exitosa que tiene mucho contacto con el público y los empleados mantienen un contacto cercano con los consumidores del producto que ofertan, se da este caso desde la misma dirección. Es común escuchar al más alto funcionario de la empresa llamar la atención de sus empleados llamándolos “mediocres”, cuando son la empresa líder en el ramo y los resultados públicos de los trabajadores son reconocidos por otras instancias.En la mayoría de las familias mexicanas es muy dado a criticar al miembro que pretende dedicarse a una profesión que en toda la genealogía no se había contemplado y no por desconocerla, sino por que no se considera propia para la alcurnia de la familia. Los motes de “loco”, y “oveja negra” son los primeros que se endilgan al familiar que se atreve a romper con la tradición de ser y trabajar lo mismo que hizo el fundador de la dinastía.Pero, cuando aquel pariente comienza a obtener frutos gracias a su quehacer extraño, entonces se comienza a respetar aquella ‘descabellada’ decisión, aunque no se esté totalmente de acuerdo con ello.Hay personas que padecen con mucha frecuencia este tipo de desatenciones familiares o de jefes, mientras en el exterior, los logros personales del sujeto son catalogados como fuera de serie, alcanzando un nivel de respeto y admiración en el resto de la sociedad más allá de lo normal.Y es que el resto de la gente puede apreciar desde lejos el esfuerzo que se debe realizar para llegar a una determinada meta, tal vez se imaginan que el trabajo debe ser titánico para poder llegar al sitio que una persona alcanza.Pero al interior familiar o de la empresa donde éste está contratado, las cosas se ven de otra manera, es como si la familia o a la institución donde se trabaja fuera la dadora de los elementos que aquél necesitó para escalar los peldaños del éxito y se olvidan del talento del individuo, de sus capacidades personales que son, en primera y última instancia lo que le da el toque de grandeza a la labor que se realiza.Porque es fácil saber que muchos más se dedican a hacer lo mismo sin que se logre el mismo nivel de reconocimiento.En otras sociedades, las cosas funcionan de diferente manera. El individuo que destaca por sus habilidades personales, de inmediato es llamado para recibir estímulos, para ascender, para darle más responsabilidades y más salario.Entre nosotros, pocos son los que se atreven a reconocer el éxito de otro y el resto se dedicarán a tratar de minimizar al individuo exitoso y a su trabajo, a reconocer los errores que comete y comunicarlos, a destacar sus defectos de persona; en fin, a poner en primer plano los aspectos negativos de esa personalidad que también los tiene como todos los tenemos.Es la falta de la cultura del reconocimiento, del estímulo al esfuerzo, de intentar ignorar que en nuestro equipo hay seres que destacan por sí solos y que necesitan del reconocimiento para seguir siendo exitosos.

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