jueves, octubre 04, 2007

Siempre comenzando


Como el hermano mayor, el primogénito, me tocó dar inicio a la familia que comenzaron a formar mis padres, ese fue quizá, el comienzo de una serie de acontecimientos, situaciones y otros eventos que marcaron mi existencia en la que siempre me tocaba arrancar con algo.
Por ejemplo, cuando ingresé a estudiar el ciclo de la secundaria, tuve la oportunidad, junto con mis compañeros de estrenar edificio. Las instalaciones de aquella institución se mudaron de domicilio y así, me tocó también iniciar la etapa de un nuevo inmueble, aulas nuevas y patios diferentes. Ahí también viví el inicio de nuevas aventuras, pero esas ya van enmarcadas como parte de la vida de todo adolescente.
Luego, ya en la preparatoria, fui testigo del nacimiento de los laboratorios. Antes las autoridades educativas no eran tan exigentes, entonces las escuelas podían operar con algunas carencias, como la falta de laboratorios y de todos los utensilios que van dentro.
También, el inicio de la universidad en la región fue parte de mis vivencias, comenzamos con la primera generación de universitarios en esta parte del estado, las primeras facultades y las primeras luchas estudiantiles por mejorar esas condiciones limitadas con las que comenzamos
En la época preparatoriana mi generación vio nacer, el casete de cinta magnetofónica que comenzó a distribuirse comercialmente, una nueva forma de distribuir la producción musical de los artistas; por supuesto, esto conlleva a decir que también fuimos testigos del la incorporación del aparato grabador, o grabadora, que incluía un deck para reproducir la música del casete o grabar en uno “virgen”.
Esos aparatos revolucionaron la forma de escuchar música, porque generalmente, esta se debía escuchar por la radio o en aparatos más grandes instalados en la casa de cada quien, además que era prácticamente imposible llevar a cuestas una serie de discos de acetato y menos escucharlos en la calle o en cualquier sitio.
Vimos la llegada de aparatos cada vez más pequeños, gracias a la tecnología; así, en poco tiempo, aquellas grabadoras portátiles, fueron desplazadas por el walkman, un aparatito como del tamaño de dos cajetillas de cigarrillos y que servía para reproducir exclusivamente casetes.
La máquina de escribir electrónica hacia a un lado a la mecánica.
Fue una época de grandes innovaciones tecnológicas. La televisión a color ganaba cada vez más terreno, el teléfono celular hizo su aparición como una gran caja que pesaba cuatro kilos y que se podía llevar a todos lados. Era como si el portador llevara su propia caseta telefónica.
Después el fax desplazaba sin remedio al teletipo.
La computadora personal hizo su entrada triunfal al progreso desplazando a un sinfín de equipo que era parte de la tradición de oficinas y hogares y finalmente la compañera inseparable de la PC se apoltronó en todas las oficinas y muchos hogares del mundo entero: La Internet.
El Ipod desplazó al Walkman, el CD al casete, el DVD al videocasete.
Con la red invadiendo todo el planeta, como una gigantesca telaraña, el fax se fue opacando gracias al correo electrónico y este a su vez, dio paso al chat, siempre cambiante, hasta poder realizar pláticas con voz e imagen en tiempo real.
Nos tocó vivir en el tiempo cuando cambió la geografía política de Europa, ver el nacimiento de nuevos países y el renacimiento de otros, vimos la caída de dictaduras y en nuestro país, con gran esperanza atestiguamos el fin de la época priista y del presidencialismo.
Como se ve, me ha tocado ver el final de algunas épocas y estar en el principio de otras nuevas. Hemos sido testigos de cómo la Historia se mueve y nada es para siempre.

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