Siempre vienes a pedir...
Cada vez que necesitas vienes a buscarme, a pedirme que te tome en cuenta, a mostrar todas tus virtudes, tu lado bueno, a decir y a prometer que ahora sí mis problemas se van a resolver.
Juras que eres la solución a mis achaques, que nadie se ha atrevido a ayudarme pero ahora sí, tú lo vas a lograr, vas a poner toda la fuerza de tus influencias para que yo salga beneficiado.
Lo malo, es que ese discurso es el de siempre, ya han venido otros a decir exactamente lo mismo a ofrecer sin ton ni son, a recalcarme mis angustias y a prometer la resolución y mira, sigo igual, con los mismos achaques y los problemas de siempre, ya hasta puedo asegurar que soy parte de los requisitos para que puedas llegar hasta donde quieres; es decir, tienes que pasar a enlodarte los zapatos, a recibir picaduras de mosquitos, a oler mis aromas, esos que apagarás después con perfumes caros en salones adornados con exquisitez.
Yo seré el reclamo de siempre que llegará a la cúspide que habitas, mirarás de soslayo y tu sonrisa intentará ocultar ese amargo recuerdo de tu paso por mis dominios.
Quienes te han antecedido han actuado así, es la regla, no tienes por qué ser diferente, tu formación pasa por los terrenos baldíos y las miradas llenas de tristeza de aquellos que han tenido la desgracia de nacer por estos rumbos, con la piel requemada por el sol, sin cremas ni afeites para protegerse, con la necesidad a cuestas y lloriqueando siempre por un peso más.
Finalmente, luego de lograr su propósito, todos se van a ‘devengar’ un salario pagado por todos aquellos quienes se quedarán esperando ver las promesas cumplidas.
Así es candidato. Es la parte del juego que me toca jugar, hacer como que te escucho, hacer como que te creo, votar por tu nombre. ¡Qué más da! Es sólo para dar legalidad a un resultado premeditado, planeado, hecho a tu medida.
Pero en tu ingenuidad, con la que pretendes verme la cara, participan otros más de colores diferentes que ya pasaron por aquí diciendo lo mismo que tú, prometiendo lo mismo que tú, son aquellos que no llegarán hasta donde tu vas, porque en ese sitio sólo hay lugar para uno y tú ya has sido elegido con anterioridad.
Pero no importa. De veras no importa.
Si ves que en mi rostro ajado no se forma sonrisa alguna, no es porque te falte al respeto, es que… a veces me parece como un chiste contado muchas veces que ya no despierta ninguna emoción, por eso verán en medio de tu triunfo avasallador, que las únicas risas llenas de alegría, serán la tuya y la de tus cómplices, la de aquellos que te acompañaron fielmente por tu peregrinar por estos lugares donde el poder lo tengo yo.
Pero nunca olvides mi nombre, me llamo miseria…
Juras que eres la solución a mis achaques, que nadie se ha atrevido a ayudarme pero ahora sí, tú lo vas a lograr, vas a poner toda la fuerza de tus influencias para que yo salga beneficiado.
Lo malo, es que ese discurso es el de siempre, ya han venido otros a decir exactamente lo mismo a ofrecer sin ton ni son, a recalcarme mis angustias y a prometer la resolución y mira, sigo igual, con los mismos achaques y los problemas de siempre, ya hasta puedo asegurar que soy parte de los requisitos para que puedas llegar hasta donde quieres; es decir, tienes que pasar a enlodarte los zapatos, a recibir picaduras de mosquitos, a oler mis aromas, esos que apagarás después con perfumes caros en salones adornados con exquisitez.
Yo seré el reclamo de siempre que llegará a la cúspide que habitas, mirarás de soslayo y tu sonrisa intentará ocultar ese amargo recuerdo de tu paso por mis dominios.
Quienes te han antecedido han actuado así, es la regla, no tienes por qué ser diferente, tu formación pasa por los terrenos baldíos y las miradas llenas de tristeza de aquellos que han tenido la desgracia de nacer por estos rumbos, con la piel requemada por el sol, sin cremas ni afeites para protegerse, con la necesidad a cuestas y lloriqueando siempre por un peso más.
Finalmente, luego de lograr su propósito, todos se van a ‘devengar’ un salario pagado por todos aquellos quienes se quedarán esperando ver las promesas cumplidas.
Así es candidato. Es la parte del juego que me toca jugar, hacer como que te escucho, hacer como que te creo, votar por tu nombre. ¡Qué más da! Es sólo para dar legalidad a un resultado premeditado, planeado, hecho a tu medida.
Pero en tu ingenuidad, con la que pretendes verme la cara, participan otros más de colores diferentes que ya pasaron por aquí diciendo lo mismo que tú, prometiendo lo mismo que tú, son aquellos que no llegarán hasta donde tu vas, porque en ese sitio sólo hay lugar para uno y tú ya has sido elegido con anterioridad.
Pero no importa. De veras no importa.
Si ves que en mi rostro ajado no se forma sonrisa alguna, no es porque te falte al respeto, es que… a veces me parece como un chiste contado muchas veces que ya no despierta ninguna emoción, por eso verán en medio de tu triunfo avasallador, que las únicas risas llenas de alegría, serán la tuya y la de tus cómplices, la de aquellos que te acompañaron fielmente por tu peregrinar por estos lugares donde el poder lo tengo yo.
Pero nunca olvides mi nombre, me llamo miseria…
Etiquetas: coatzacoalcos, comentarios, literatura, poesía, política, reflexion
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