lunes, enero 14, 2008

¿Quién me enseña a ser yo?


Desde siempre a los seres humanos se les prepara para el trabajo. Es innegable que el trabajo es el generador de riqueza, de transformaciones sociales y de la naturaleza. El trabajo es lo que ha llevado a la humanidad hasta el grado de civilización que hoy gozamos.
Sin embargo, esa preocupación por sostener un sistema de producción que permite la generación y acumulación de riqueza, ha hecho que queden de lado muchas de las habilidades de los hombres y mujeres, para transformarse sólo en entes productivos, no creativos.
Se ha dejado en manos de las religiones la espiritualidad, lo que ha dado paso al surgimientos de falsas deidades de donde sacan provecho sólo unos cuantos.
Gobiernos, autoridades, empresas de todo el mundo se preocuparon por la seguridad de contar con personal calificado en diferentes ramas y niveles que garantizaran el funcionamiento de sistema de producción que nos rige; así se generaron instituciones para echar al mundo ingenieros, abogados, médicos, astronautas, operarios, mecánicos, soldadores, carpinteros y toda la gama oficios que convierten a un individuo en útil para la sociedad.
Pero un ser humano no está hecho sólo para eso. El potencial de cada individuo rebasa a las necesidades del modo de producción, cada ser requiere cubrir muchas necesidades, además de las que el salario cubre y nadie le había puesto atención en las demandas emocionales de cada quien.
En ese rubro cada quien se rasca con sus propias uñas, por eso las religiones y predicadores tienen tanto éxito, no así los Psicólogos o psiquiatras a quienes no se recurre porque nadie considera estar loco.
El sistema, la sociedad, la familia, que es en esta última donde se reproduce y refuerza el modo de producción vigente, se han preocupado más por formar excelentes obreros, llámeseles como sea: ingenieros, abogados, médicos, etc., pero casi nadie se enfoca a formar un buen padre, una buena madre, un excelente amigo o un destacado compañero de trabajo.
No hay una escuela donde se formen esposos y esposas, sobre todo ahora que el concepto de familia tradicional se hace añicos, porque podemos observar como existen médicos geniales, pero en la intimidad del hogar son pésimos padres, malos esposos y peores amantes.
Estos temas quedaron excluidos de la retícula social que permite la constante reproducción del modo productivo y se ha dejado en el abandono a cada individuo que subsiste como una isla en medio de millones de congéneres de quien no se sabes casi nada sobre sus aspiraciones, su modo de pensar, sus valores o sus problemas.
Cada quien va solo arrastrando una carga emocional que hace ver como autómatas dedicados a ser excelentes trabajadores, puntuales, cumplidos con tal de no perder la chamba, pero limitados ante las exigencias de direcciones autocráticas y rígidas.
De este modo se pierden valiosas colaboraciones, creaciones que pudieran mejorar el rumbo, palabras de aliento, ideas geniales y la oportunidad de ser un auténtico ser humano.
Desde este punto de vista, se considera necesario que ya se tome en cuenta la parte espiritual y emocional de cada individuo, que se le permita verse por dentro, que conozca sus debilidades y sus fortalezas y no sólo se le premie o castigue por sus éxitos o fracasos en su trabajo, ya que esos son causantes de trastornos o cambios en la conducta de cada quien.

Etiquetas: , , , , , ,

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal