jueves, mayo 31, 2007

De sueños y dueños


El miércoles 30 de mayo de 2007 queda impreso para siempre en la historia de Coatzacoalcos y la región como el inicio de la tercera alegoría al mar, evento en el que la gente llega para mostrarse al mundo.
Esta vez pareciera que las cosas toman otra forma, más definida, clara, llena de esperanzas para algunos grupos y para el destino de esta ciudad, así como para hacer reflexionar a todos respecto al nuestro futuro como especie, como parte del planeta Tierra.
Es una fiesta donde la palabra trae un significado especial, de rebeldía, de conocimiento, de divulgación, todo en un marco de belleza, sonidos, colores y movimientos, donde el cuerpo y la mente de los humanos llevan un mensaje a todos los que llegaron de tierras lejanas, para recibir el mensaje de advertencias de aquellos que ya vislumbraron el futuro desde la perspectiva de la investigación científica.
El mar, ese gigante azul que duerme frente a nosotros, que nos llama todos los días, que nos grita varias veces al año, es motivo de la minuciosa observación de los estudiosos. El líquido salado dice sus secretos y se manifiesta como un padre, un hermano por cuyas venas corre la misma sangre de todos los seres que habitamos el mundo entero.
Ahora sabemos que en las aguas del mar está la respuesta a muchas interrogantes sobre la salud, mejor dicho, la sanación de enfermedades que han llevado a la muerte a infinidad de congéneres, males con los que la ciencia ha tenido que luchar todos los días con resultados lentos, desesperantes.
El agua del mar ha estado desde el principio de los tiempo para la misma salvación.
¡Qué suenen las jaranas por eso! ¡Que dancen los jóvenes por la buena noticia!, que los versos broten de las plumas de los poetas.
Este encuentro con el mar nos trae junto con su brisa arte que nace en otros lugares, palabras dichas en otros sitios pero con significado universal; como las alegorías de Aute que cimbraron las paredes del Teatro de la Ciudad. Personaje que junta dos épocas diferentes para que la generación joven, sepa que hay una historia que avergüenza a la humanidad; esa parte oscura que muchos quisieran esconder por cuidar intereses malsanos, historia que otros tantos quisieran olvidar por su propio bien, que seguramente desean no volver a repetir.
Es como el eslabón entre dos generaciones, ente vivo que tiene la oportunidad de contarnos sus vivencias y sapiencias que la vida le ha dado, que habla del daño que causan la ideologías a la sociedad, pero que no esconde su propia ideología.
Pero nadie le niega el derecho que tiene a decir lo que trae y todos de acuerdo cuando asegura que aquellos que no tienen sueños, deben preparase para tener dueños toda su vida. Es un mensaje de libertad. De esa libertad que, como el mar, la tenemos frente a los ojos y nos grita, nos llama, nos dice donde está la salvación y la ignoramos. Un ser que se distingue por ser libre y canta su libertad y vive de eso.
Define al amor como los extremos por donde cada quien debe transitar en su momento, como lo peor y lo mejor que puede suceder a un hombre y a una mujer. “Amor, es lo único que no se puede sentir por un político”. Esta frase rebotó en los aplausos del público y los fotógrafos parecieron no escucharla, absortos en su trabajo.
Como dueños del mundo, los humanos transformamos, modificamos, removemos, contaminamos, derretimos, calentamos con ese espíritu creativo y destructivo con el que fuimos dotados, pero entre nosotros mismos hay una corriente que se opone a que sigamos deteriorando este planeta, que es la casa de la humanidad, corriente integrada por seres que se dedican a estudiar los fenómenos que vivimos y ponen la voz de alerta y nos hacen ver que el gigante azul, por la buenas, puede ser nuestro mejor aliado y por las otras, será el encargado de devastar el área destinada para que vivan los seres humanos y convivan con el resto de las especies a las que llamamos animales.

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