martes, julio 31, 2007

Una visión de la vida


Hemos tenido la gran oportunidad de recorrer tierras distintas a las que normalmente habitamos, puede decirse que somos afortunados de poder conocer otras latitudes y sobre todo a otras personas, con formas diferentes de pensar, de vivir y de sentir la vida.

Pero también, en medio de esa oportunidad, debemos enfrentar situaciones inesperadas, como el hecho de ver a compatriotas con una visión del mundo que quizá nosotros suponíamos superada.

Es que ver una resignación a vivir en la pobreza, como una forma terminada de existencia, sin más posibilidades de avanzar en esta sociedad que se traga sin miramientos a quien se deje y permitir que los demás caminen hacia delante, avanzando, ganado terreno, comodidades, éxito, entendido este como la acumulación de bienes, que es la forma en que se nos ha permitido entenderlo.

El mexicano resignado existe en todos los rincones de la Patria, se queda mirando como el vecino aprovecha la oportunidad de hacerse rico para luego envidiar sus logros, para reclamar el no haberse quedado como todos sus congéneres y en el peor caso, por no quedarse con la pobreza familiar. Eso los hace más miserables. Pueden ver su riqueza alrededor y no aprovecharla, pueden jactarse de su pobreza, pueden vivir lamentándose eternamente por su mala suerte. Es su forma de vida. Y tienen todo el derecho a seguir así. Lo que no es permisible es el intento que realizan para que todos sean como ellos. Repetirán hasta la eternidad, si les es permitido, su esquema de vida, seguirán usando la misma vestimenta y otros, conociendo esa debilidad, les llevarán a vender sus arcaicos modelos para que los usen siempre.

El mundo no es un pedazo de terreno, no se circunscribe a una tradición que marcó el sometimiento de una raza.

En este tiempo, cuando el planeta parece que ha reducido su tamaño, todos tenemos la posibilidad de verlo más de cerca y de aprovechar todas las oportunidades que ofrece, con todos sus errores y sus sistemas políticos, para poder cambiar, mejorar y superar todos los atavismos que nos han dejado.

Ver el mundo de cerca es una oportunidad que agradecemos al tiempo que nos tocó vivir, saber que existen seres en otros sitios que luchan por permanecer y hacer valer su cultura, es maravilloso.

Pero también es maravilloso saber que esos seres creen que su cultura aportará algo importante al resto del mundo para mejorar, algo que servirá a todos para entender otra parte de la vida, que cincele su presencia en la Historia del planeta. Esa es la cultura.

Ver otros paisajes y llevarse el olor de otro tipo de vegetación, sentir el frío del aire y compararlo con la calidez del clima de donde vivimos, llevarse un recuerdito, algún objeto que por allá no se verá, sólo ahora que nosotros lo cargaremos para mostrarlo a nuestras amistades y presumir que también llevamos polvo de otras latitudes.

Tal vez, en esas andanzas, podamos dejar parte de nuestra forma de ser y de decir; también de nuestra forma de hacer y de pensar y que eso sirva de algo alos pobladores de los pueblos visitados, sin que esto sea presunción, sólo una forma de compartir la historia, para que ellos también sepan que, lejos de su lugar, habitan otros seres, con otro color de piel, con otro acento y otras costumbres que con gusto viajan para llevar su personalidad y entregar a la parte del mundo que se nos permite visitar, nuestra alegría por la vida que nos tocó vivir, con la esperanza de que a nadie moleste y de que a todos les sirva de algo nuestra experiencia. Nadie es mejor ni peor, simplemente somos diferentes, con distintas metas y aspiraciones.

El mundo es de quien quiera tomarlo.

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