jueves, noviembre 15, 2007

Lo que digan los demás


Las relaciones interpersonales de los últimos tiempos están sufriendo un serio cuestionamiento por parte de todos los integrantes de la sociedad.
Las aspiraciones personales, como forman parte de la intimidad de cada quien, así como los sentimientos y emociones, en el ámbito de la comunidad en general se pierden, nadie ve en cada individuo a un ser que entre sus pensamientos trae una carga emocional importante que le hace proyectar una determinada imagen por la cual es calificada sin miramientos por los demás.
Desde siempre, lo que digan “los demás” ha quedado satanizado por todos, es decir, por mí y por “los demás”. Se pretende así restar importancia a la opinión de los seres con los que convivimos, con el argumento de que aquello que nos suceda, a nadie le importa, que son sólo asuntos que competen exclusivamente a nosotros, aunque no tengamos la capacidad inmediata de resolverlos.
Uno puede mostrar una imagen de desparpajo, sobriedad y “buena onda” ante todos, con eso nadie se podrá imaginar lo que nos está sucediendo, las cosas y causas por las que sufrimos, los planes y éxitos obtenidos, esas pequeñas cosas que nos dan tristezas y alegrías, sólo para cada quien, porque a nadie más deberá interesarle.
Pero ahora, debido a esa soledad que esas actitudes producen y a los resultados de esa misma soledad, han surgido infinidad de personas que pretenden dedicarse a dar solución a esos conflictos personales; en muchos casos se trata de charlatanes que sacan provecho de los problemas de los demás, que ofrecen soluciones fáciles e inverosímiles e imposibles de hacerlas realidad.
Otros más serios, procuran que el individuo logre por si mismo solucionar su conflicto o sobrellevar su carga, cuando la solución está lejos.
El caso es que la problemática de cada quien sí importa a otros seres, tanto que se crea un nuevo espacio en el que se lleva a la persona a que descubra su potencial, que con la mayor objetividad posible se de cuenta que en sus manos está la solución y que, en muchos casos, el problema se ha enredado más de lo normal, gracias a el encierro que se le da por parte del afectado.
“La depre” o los enojos constantes, o los arranques de euforia sin motivo aparente, son señales de conflictos internos que en realidad no pueden (ni deben) ventilarse en público, pero sí es posible ser tratados por un segundo o tercero siempre que esté capacitado profesionalmente para ello.
Por eso la recomendación es acudir con personas que garanticen un grado de estudios requerido para tratar asuntos personales, donde incluso pudieran salir afectados otros más.
Esas cargas negativas deben ser desalojadas de las mentes de quien las padece, hay formas, métodos, estudios muy completos que retratan las diferentes personalidades con las que tratamos a menudo y que pueden servir en su momento para encontrar una salida.
Alcohólicos Anónimos y sus derivados Neuróticos, Comedores Compulsivos, grupos de Diabéticos y otros, son los más claros ejemplos de que la asociación de personas que padecen el mismo mal pueden ser controlados y en muchos casos sanados gracias que se atreven hablar de sus conflictos.
Entonces, no es necesario llegar al extremo, a “tocar fondo” para solucionar esa problemática agobiadora, siempre hay un camino, el único requisito es mantener la mente abierta para recibir sugerencias y poder elegir la que más convenga. No se vale quedarse solo que esa carga que a la larga agravaría más la situación y hasta la salud física de quien está envuelto en ella.Más comentarios en: mexmel@gmail.com

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